La
primera marcha
En
física, lo primero que estudiaban los jóvenes bachilleres, (Ahora no sé, pues
los tiempos están confundidos) era el concepto de fuerza, igual a masa
¿No os habéis fijado en los
camiones, al llegar a grandes pendientes, que tienen que reducir la velocidad,
porque necesitan fuerza? Lo resumimos en el dicho: “lo que se pierde en fuerza,
se gana en velocidad”. O, dicho de otro modo: “La fuerza y la velocidad son
magnitudes inversamente proporcionales, si la potencia es constante”
Y ya está. Perdonad, pues no
es mi intención dar unos apuntes de física. ¿Y de que va a tratar este
articulillo? ¿Tal vez de ansiedad?; pero desdichado de mi: ¡Qué voy a decir yo
de la ansiedad, si leo libros de todo y de nada al mismo tiempo!
En estas breves páginas, he
sacado una conclusión importante y es que no por leer libros buenos de
autoayuda, o de espiritualidad o de física cuántica, va a curarse uno de
ansiedad, depresión, fobias, etc.… o va a ser más santo o vas a dar
conferencias sobre la “doble rendija”. Es un espejismo y algunos psicólogos así
opinan. No puedes ir a Roma, sólo mirando el mapa y eso es lo que he sacado en
limpio de las páginas a las que aludo.
Para empezar el autor hace
referencia a un hombre, procrastinador (La procrastinación, es dejar para
mañana, lo que hay que hacer hoy) y como resultado acabó adicto a la bebida. El
patrón de hábito era este:
1. Detonante:
ansiedad por la mañana, al ver la cantidad de trabajo pendiente.
2. Conducta:
procrastinación.
3. Recompensa:
evasión (viendo películas y bebiendo copas)
El hombre se dio cuenta y
tuvo suerte, le proporcionaron herramientas eficaces y llegó a superar la
ansiedad y la adición al alcohol; pero no siempre es así, y muchas veces,
viendo el problema, no utilizamos las herramientas adecuadas, como se indica en
la página 74, con esta secuencia de acontecimientos:
1.
Detonante:
empezar a conocer los bucles del hábito.
2.
Conducta: intentar
arreglarlos con herramientas que conocemos.
3.
Resultado: ¡sorpresa!
No funciona.
¿Qué ha ocurrido?
Sencillamente, que no vamos con la marcha adecuada, ha llegado la cuesta, como
el niño de la bicicleta azul y no se puede avanzar. Hay que cambiar a otra
marcha para remontar. Lo vemos en el gráfico, que es bastante ilustrativo.
Estos procesos no son
fáciles y no pocas veces, tenemos que realizar nuestro particular “viaje a Ítaca”
y tenemos que enfrentarnos, a dragones, amenazas, tempestades… teniendo que ser
verdaderos héroes para subir la cuesta y encontrar nuestro propio argumento en
la película de nuestra vida, como indica el último apartado de este capítulo.
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