miércoles, 24 de febrero de 2021

 

Jesucristo, una propuesta de vida


Hace unos días, redescubrí este blog, que tenía casi olvidado. Y fijándome en el título que tenía: “Escribiendo aprendo”,  que acabo de cambiar, me he planteado hacerlo realidad y como nada sucede por casualidad, o lo que es lo mismo, eso que llamamos casualidad en realidad no existe, sino una concatenación de hechos, dirigidos por Alguien, que conducen a un fin, que a su vez es un comienzo, que nos lleva a otro fin-comienzo… como el chocolate, que tiene en la envoltura  pintada “la negra que tiene una tableta que tiene en la mano una tableta de chocolate que tiene pintada en la envoltura una negra que tiene pintada….”

Y porque cada día aprendemos una lección, pequeña, muy pequeña, ante la inmensidad de  nuestro ser, de nuestro entorno, y del universo entero. ¿Qué es el hombre? Un infinitésimo, como en el cálculo infinitesimal; pero ¡Ojo!, la suma de infinitos infinitésimos, puede ser infinita.

Pero, no he terminado: ¿Qué es el hombre, para que Te acuerdes de él?, dice el salmo ¿Y quién se acuerda? Dios en su infinita misericordia, se ha acordado de este “infinitésimo” y ese mismo Dios, se ha encarnado en su Hijo Jesucristo, que nos redimió por su pasión y muerte, para resucitar de entre los muertos.

¿De dónde me viene la inspiración, a mi ignorante y temeroso mortal? Me da igual, venga de donde, venga, como decía Santo Tomás, viene del Espíritu Santo. Y siguiendo un poco el rastro de la génesis de este humilde escrito, hace unos días, una amiga envió por “wasap”, una información sobre un libro del dominico Jesús Espeja y como yo, quiero aprender, creí que tal libro era uno que tengo desde 2010. Por cierto recuerdo cuando lo compré, que coincidí en la librería con Fructuoso Mangas, que ahora sigue estando con nosotros, en otra dimensión, no en esta. Y a lo que iba: no es ese libro, es otro, la portada está en la foto insertada. El título es el que está puesto al principio y la editorial es San Pablo.

Decido pues, aprender de las enseñanzas que puede darme este libro, que no serán pocas y por eso, quiero compartirlo, no sin antes advertir, que no voy a hacer un resumen, ni nada por el estilo, del mismo. Me servirá de soporte, en otros escritos que haga, para aprender. Lo primero que hago es echarle un vistazo al prólogo, en el que el autor en la primera página afirma: Jesucristo “palabra siempre nueva en las nuevas situaciones  con sus interrogantes que van tejiendo nuestra existencia. Ningún maestro, profeta o evangelista puede agotar el misterio de Dios que los cristianos creemos revelado en la conducta histórica de Jesucristo.

El autor apunta a la motivación de su punto de partida, que coincide en parte con la mía, salvando la enorme distancia entre el saber teológico del P. Jesús Espeja y mi gran ignorancia. A saber, indica la situación que le toca vivir y su convicción de que  Jesucristo es luz y camino para  esa plena humanización.

Ayer en la clase “On-line” del dominico Francisco Fassio dijo una frase rotunda: “Pase lo que pase, no pasa nada, porque yo sé de quién me he fiado” y ese es Jesús, el que cruzó los caminos de Galilea, calmó tempestades, sanó a los enfermos, resucitó  a muertos y el mismo se inmoló en Jerusalén, pero triunfante resucitó al tercer día de morir en la cruz.

Tal vez no haya mucho que aprender, pues todo se resume en esa frase, si nuestra fe es verdadera, como el abad Vitila, que entendió la eternidad en el canto de un pajarillo; pero es bueno que mantengamos el ansia de saber y de perfeccionarnos. Y es bueno sentirnos humildes: hoy, después de 10 años de la publicación de este libro, necesitamos más que nunca, la plena humanización; en efecto, hace poco más de un año, se pensaba que nos habíamos hecho “casi” inmortales, incluso en las conferencias de San Esteban, se nos decía que los avances de la ciencia, inteligencia artificial, medicina, informática,… nos hacían creer eso. La ciencia, se había vuelto un Titánic, avanzando sin cesar por el mar de la historia, en la que “ni Dios ni los mares podrán contra ella”, como recuerdo haber oído a D. Saturnino, el cura de mi pueblo, cuando yo tenía 7 u 8 años. Mira por donde, en ese mar, había un inoportuno bloque de hielo.

Y mira por donde que a principios del año 2020, aparece un virus, que nos hace andar precavidos, con mascarillas y confinamiento; pero por desgracia, seguimos casi igual de soberbios, ya que la ciencia, otra falacia, ha descubierto vacunas en tiempo record. Que se lo digan a miles de personas que han perdido a los padres, maridos, esposas hijos, de la noche a la mañana, sin ni siquiera haber podido despedirse de ellos. ¿Qué ha hecho la ciencia ante tanto dolor?.. Además, la sociedad ha perdido la poca fe que tenía, cuando se escribió este libro, en la que el autor apunta: “Esta nueva situación cultural es muy compleja y no resulta nada fácil a la Iglesia encontrar nueva presencia pública para ofrecer el  Evangelio. Hace varias décadas, el Vaticano II puso buenas bases para el diálogo de la Iglesia con el mundo moderno; pero no sólo porque los cambios de mentalidad son muy lentos, sino también porque la misma sociedad está continuamente cambiando…” Y efectivamente, estos cambios se han notado mucho más en estos últimos diez años, que hace que se publicó el libro

Y más adelante, nuestro autor  afirma: “En este panorama social y eclesial dejo caer mi convicción: Jesucristo puede ser una ampliación del horizonte humano para esta sociedad que, buscando felicidad y vida, se ve frustrada en sus deseos más legítimos. También es clave referencial para la Iglesia que debe renovarse continuamente para mantener viva su identidad cristiana

Y ahora al terminar esta entradilla, afirmo que algo he aprendido: “Sin ti, Señor Jesús nada soy; pero contigo lo soy todo” AMEN

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